jueves, 13 de agosto de 2009

Aclaraciones mi personaje es más grande .. ahora en esta parte del relato tiene 16 .. y el cuaderno lo recibe a los 12 por aya en el año 1936



18 de Febrero de 1940
Por lo que me contó Francisco, tuve mucha fiebre y estuve así por tres largos días. Además me contó que llamaba a mi madre a los gritos. Él me cuidó como si fuese su hermano, me ponía en la cabeza paños de agua helada, pero no pasaba nada. Tampoco tenía a quién recurrir ya que en el barco no hay ni un solo enfermero o medico. Así que veló por mí todas las noches, haciendo lo poco que podía. Pero resultó la fiebre disminuyo.- Ya estoy curado, fuerte como un roble. Le agradecí a Francisco por lo que había hacho por mi y le dije que era un buen amigo.
Se rumorea en todo el barco que mañana llegamos a las costas de Quilmes… Ya estamos cerca del puerto…

19 de Febrero de 1940
Me desperté. Me encuentro recostado en la colchoneta, el sol recién salió, ya se ve tierra a lo lejos. Nos encontramos como varados, quietos, inmóviles en el agua. Un hombre de la tripulación, con voz de dormido y un poco sacado, nos gritó a todos que en quince minutos viene a revisar el barco y debemos permanecer en los camarotes, porque ellos tienen que limpiar. Obedecemos: los más chicos rezongan, los únicos dos bebes que ahí a bordo lloran, las madres intentan calmarlos y se retiran a su camarote. Los hombres no protestamos, nos levantamos y nos retiramos.
Estamos encerrados, ya son las diez de la mañana. De repente dos hombres, vestidos con uniforme de militar de color caqui, entran al camarote revisándolo todo: las camas, debajo de ellas, el piso, a nosotros para ver si no traemos alguna enfermedad. En mi mente lo único que pienso es “gracias pancho, gracias por curarme”, sino nos iban a mandar de vuelta a España y habría que rendir cuentas ante Franco y sus hombres, y responder la pregunta de rigor que te hacen:” ¿cuál es el motivo de tu partida?” Por último esperar que tu respuesta les guste para que te liberen esos militares inmundos, o por lo contrario esperar la muerte.
-¡Está todo en orden! Grita uno de los argentinos militarizados.
- Sigan me, caballeros. Vamos al comedor que el almuerzo está servido
Lo seguimos sin decir una palabra.
En el comedor hay más de estos señores raros, llevan un escudo en el pecho superior izquierdo que dice Marina Argentina y un lago de dos anclas. Almorzamos lo mismo de siempre, al finalizar nos piden que volvamos al camarote y que no salgamos de ahí ya que ellos tienen que revisar a la tripulación y al resto del barco para ver si no hay ningún polizonte.
El tiempo es letal, ya no sabemos más que hacer, yo estuve hablando con Pancho, así le dicen a francisco y con Marino. En esa charla, que duro como cuatro horas, me entero que Pancho se va a domiciliar en Bernal, perteneciente al partido de Quilmes, yo le comenté que mi hermano se encuentra viviendo en Ezpeleta, también perteneciente a ese partido. Marino no tenía idea a donde iba a parar.
Ahora me encuentro tirado en la cama, alguien entra en el camarote, es uno de los militares diciéndonos que mañana arribaremos en el Puerto de Buenos Aires. De golpe todo lo que antes era aburrimiento, encierro y tristeza se ha convertido en pura fiesta y alegría. El viaje llegaría a su fin.

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